domingo, 15 de agosto de 2010

Sandor Ferenczi


Por Ruth del Carmen Villanueva Juárez

El maestro comenta de su alumno: “Hungría, tan íntimamente enlazada con Austria desde el punto de vista geográfico como ajeno a ella científicamente, no nos ha aportado hasta ahora más que un solo colaborador: S.Ferenczi; pero tal, que vale por una asociación entera” Freud, Obras Completas, p. 1653)


Antes de comentar las aportaciones al mundo del psicoanálisis me parece importante señalar algunos datos personales de Sandor Ferenczi quien tenía originalmente el nombre de Sandor Fränkel nacido en Hungría el 7 de julio de 1873 (y muere el 22 de mayo de 1933 a los 59 años), hijo de judíos polacos que emigraron quizás y desde entonces por problemas sociales de antisemitismo. Es el octavo de 12 hijos, su padre se dedicó a la dirección de una librería cargo que asumió su madre al fallecer éste, cuando Sandor tenía 15 años. Al completar el Gymnasium se traslada a Viena acogido por un tío materno y concluye los estudios de medicina a los 21 años, en 1894. Tras cumplir con el servicio militar (en la armada austro-húngara) decide especializarse en neurología y psiquiatría. Su interés por los fenómenos psíquicos iba en aumento, iniciando parecido a los demás psicoanalistas por la hipnosis, hasta lograr la construcción de teorías como innovadoras que dieron pie además de la discusión entre colegas, a la continuación de esas nuevas líneas de investigación.

La vida personal de Ferenczi está llena de versiones tanto de las personas que lo apreciaban y admiraban cercanamente hasta los más rudos críticos que afirman situaciones poco ortodoxas las cuales no les he tomado importancia ya que parecen reportajes de la farándula, y desviarían el objeto de análisis que son las múltiples aportaciones teóricas que se mencionan en los siguientes párrafos.

El comienzo…
Ferenczi se puso en contacto por medio de cartas con Freud; al responderle éste le hizo una cortes invitación y así dio paso a que se conocieran en 1908 de lo cual derivo en una larga amistad (interrumpida a fines de la vida de Ferenczi) y un crecimiento profesional mutuo, motivante y de constante evolución; que ni la guerra pudo obstaculizar. Se presume que existen 1200 cartas escritas a lo largo de 25 años (1908-1933) en las cuales se recapitula tanto la relación denominada por Sandor Lorand de “padre - hijo”, probablemente el discípulo más querido a Freud, ya que el año siguiente lo invita a Estados Unidos (Clark University) a la gira de conferencias. (Grotjahn, 1968)

Se sabe que Freud analiza a Ferenczi, y lo presiona para que deje el autoanálisis y actúe, reaccionando a los hechos de la realidad. Dando libertad a la imaginación, podría contra-transferencialmente sentir la tensión, de que el maestro, el tutor y el analista escudriñe dentro de la psique de Ferenczi, lo asocie con las ideas teóricas que para ese momento están en los cimientos de la construcción de la teoría, y que a su vez Ferenczi como acto traslaborante y creativo; siga adentrándose en ese nuevo mundo tan desconocido pero a la vez que se alcanza a vislumbrar a lo lejos fascinante: el vasto campo del psicoanálisis.

En 1908 Ferenczi publica un trabajo que aborda la interpretación y el tratamiento psicoanalítico de la impotencia psicosexual en el hombre. Quizás en este punto se empezaba a perfilar el gusto por Ferenzczi por tocar temas yugulares, irreverentes o atrevidos; una estrategia que lo pondría en boca de todos… para adularlo o para descalificarlo.

En 1911 escribe “Nosology of male homosexuality” en donde describe la homosexualidad. Existiendo dos tipos: pasivos y activos. Los primeros les llamó “homoerótico sujeto” están satisfechos con su papel; la agresión la mantienen inhibida asumiendo actitudes femeninas y deseando despertar el amor de los hombres. Mientras que los activos “homoeróticos objetales” tienen mayor consciencia de su perturbación, neuróticos obsesivos típicos como los califica Lorand, son muy agresivos. El girar la mirada y analizar la homosexualidad me parece una gran innovación, mostrándose desde entonces audaz en el momento de escoger temas de investigación.

Continuando con los aportes teóricos, muy brevemente se menciona en orden cronológico 4 etapas del desarrollo de la realidad: 1) el periodo de omnipotencia incondicional, 2) el periodo de omnipotencia mágico-alucinatoria, 3) el periodo de omnipotencia a través de gestos mágicos y 4) el periodo de pensamiento y palabras mágicas. Le llamo el sentimiento de omnipotencia en las neurosis como una proyección; y la magia como un intento para restaurar el narcisismo herido, lo que finalizaría con la eliminación del perturbador principio de la realidad. (Grotjahn, 1968).

Thalasa: la obra teórica para la trascendencia de Ferenczi
En la historia del psicoanálisis


Ferenczi se ganó el título de presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional en 1918, teniendo el visto bueno de Freud. En 1924 hace pública la teoría de la sexualidad humana, lo llamo Thalasa (mar en griego), curioso nombre para una teoría que hace metáfora al mar: el origen de toda la vida, como fin último del hombre de regresar a la tranquilidad del mundo intrauterino, rodeado de líquido tal como sucede en el mar. Esta teoría aborda el origen filogenético (de la especie) y ontogenético (historia personal) respecto a la sexualidad, circundante a la ley de Haeckel (que todo ser viviente se resume en el curso inicial de su desarrollo).

Fundiendo la biología con el psicoanálisis (bioanálisis); una obra que platea la existencia de huellas psíquicas (adquiridas intrauterinamente) que son los símbolos, que posteriormente darán cuenta la persona. Incorpora el término amfimixia, describiéndolo como un desplazamiento de cualidades que se convierten en una sola fuerza para un fin último (ejemplo: erección, eyaculación, enrojecimiento, cualidades que se desplazan a otros órganos, que originalmente no tienen estas cualidades).

Todo da origen con el acto del coito, pasa por el triple proceso de identificación, nivel simbólico (equilibrio entre dar y conservar), imaginario (el pene como órgano narcisista) y real (secreción de esperma). Como el intento de regresar al cuerpo de la madre (el útero).

Uniéndolo con el concepto del deseo edípico en casos de neurosis; como la expresión psíquica con tendencia biológica que impulsa a los seres vivos a retornar a su estado anterior. Ferenczi no se aleja de las premisas de Freud, las escarba, las profundiza y las lleva más allá, como si fuese un camino de tren, en la misma dirección con una velocidad constante por las vías, me atrevo a pensar que los durmientes son las aportaciones que entre muchos Ferenczi colocó en su momento (a diferencia de Adler o Jung, que decidieron cambiarse de vía).

Basado en la observación clínica, posiblemente motivada de trabajar en hospital de Budapest, en la sala de prostitutas, vincula la impotencia masculina siendo el origen alguna perturbación en el área anal (tocado este tema por Abraham); citando a Mechthild “…que para que exista una “eyaculación normal” es necesario una armonía sinérgica entre las inervaciones urinarias y anales”, puntualizando que Ferenczi se refería a que, debido a un cambio de energía caquéctica (y su composición) y la determinación biológica, es lograda por el desarrollo sexual.

En el esquema de un todo, los aspectos placenteros de la genitalidad es el medio, y el fin, es la adaptación a un mundo exterior. Marca como ventaja considerar la capacidad funcional de los órganos individuales quienes generan la excitación sexual y mantenida en un “reservorio”, quien en palabras el autor es el pene más quela vagina este reservorio. Siempre deja claro que el objetivo es adaptarse al exterior.


“El lado femenino de Ferenczi”

Ferenczi aborda de manera directa la feminidad, aunque a mi parecer el tiempo de producir la teoría como una gran obra no llegó. Retomando a Lamarck y su tesis en la que explica que “los organismos se adaptan frente a un ambiente cambiante”, visualizándolo desde la arista de las necesidades psicológicas, un camino que prometía grandes riquezas no tuvo mayor desfogue que un chispazo de su concepción.

El concepto de feminidad (bioanalíticamente) en donde el pene (falo) es un eje determinante del desarrollo de ambos sexos, lo femenino lo conceptualizan como una condición “defectuosa”, la cual no me termina de convencer, defectuosa ¿Por qué? no creo que sea por no tener pene, aunque afirma que la estructura principal es derivada del placer del sufrimiento; intento justificar su posición por la cultura patriarcal estrictamente religiosa que seguro bio-psicológicamente ha de haber estado en cada célula de él.

Retomando el tema, se postula que la mujer no puede admitir la manifestación del deseo sexual, respondiendo a las ideas germinadas de la cultura; menos el hecho de tolerar pasivamente las tendencias libidinosas que puedan surgir, porque ellas se sentirían pecadoras, sucias.

Esa tendencia regresiva en la mujer, “es como el retorno al seno materno y se manifiesta como un fantasma, bajo la forma de una identificación imaginaria al hombre durante el coito. Su sensación vaginal le sugiere la posesión del un pene, y también por identificación con el bebé que lleva en su cuerpo”. Así para el sujeto (hombre o mujer) el coito representa una significación de ese deseo de retornar al vientre.

Freud opina al respecto, y afirma que esa “tendencia regresiva para volver al útero se manifiesta en cada fase del desarrollo sexual (oral, anal, genital)” de forma específica o peculiar. Ferenczi le llamó “tendencia a la regresión maternal”; y lo estima como el principio fundamental de la humanidad. Empalma la ontogénesis con la filogénesis, de la vida intrauterina que en algún periodo ancestral fue el mundo marino, el nacimiento como el periodo donde los mares se repegaron forzando a algunas especies a una vida terrestre (como renunciar a usar las branquias y desarrollar órganos para respirar aire).

Ferenczi vincula como cosas sinónimas el acto de dormir con el coito, ya que en ambos se expresa el deseo de regresar al estado anterior (el seno materno). Como en un estado acuático, para después despegarse de ella, como lo haría la tierra… la metáfora me lleva a ver que el mar y la tierra son cosas diferentes, no revueltas, pero si pegadas, de varias modalidades, mar y una playa tranquila facilitadora de espacio para la reflexión, o el mar embravecido contra las rocas de un acantilado. La mar como generadora de vida, o como demostración que los arranques de la naturaleza como son los ciclones, que destruyen lo que a su alcance está; para mí, quizás un mar pueda ser la personalidad neurótica, el otro la psicótica.

El nacimiento será la “catástrofe” que ha obligado a las especies a adaptarse a su nueva vida; renunciar a la respiración braquial y acostumbrarse a la respiración aérea. Esta teoría de las catástrofes de Ferenczi explicaría los cambios en la evolución de las especies, paralelo al “trauma” que menciona Freud. La nueva estructura debe de restablecer el equilibrio. Girando al punto de vista ontogenético, considero que la primera gran catástrofe fue el nacimiento, pero a lo largo del desarrollo la serie de catástrofes continúan, haciéndose cada vez más específicas, evolucionadas y complejas; brincando topográficamente dentro del aparato psíquico, y poniendo a prueba las facultades que tiene la mente para volver al equilibrio, emanando la grandiosidad que nos coloca por encima de las demás especies, con la posibilidad única de crear, producir, inventar o construir. Muy apegada a la convicción de Ferenczi, afirmando que los fenómenos psicoanalíticos tienen un lado orgánico y biológico.

Alude a que mediante la eliminación de los deseos sexuales del organismo y su concreción en los genitales, el nivel de eficiencia del organismo es definido a partir de su adaptación para enfrentar momentos difíciles, hasta catastróficos. Como si los genitales fueran el eje que descarga tensión sexual hacia el resto de organismo.

La aportación de Ferenczi no se limita hasta estos puntos, también planteó supuestos acerca de que los niños presentan una vida mental inconscientes, muy acorde a la idea de que se busca el regreso al vientre materno, al ambiente acuático. En paralelo Freud retoma el punto y son incluidos conceptos como que la relación de auto-erotismo evoluciona al narcisismo, y la libido conduce a la esquematización del ego, siendo éste consecuencia o repercusión del desarrollo. Una vez más se ve la sintonía entre ambos, la que seguramente dio pie a constructos hipotéticos de tal magnitud, como una rica y jugosa retroalimentación sin contradicciones.

Ese acrecentar el ego, lo que comienza con el auto-erotismo hasta el narcisismo; lo que facultaría la idea de que el pene sea como una miniatura del ego total, representando un requisito del amor. El papel de la mujer aquí es de contener esta cathexis narcisista pero secundaria de su cuerpo completo (ya que no tiene pene) debido a que sus órganos genitales no pueden generar una cathexis narcisista original o primaria.

Ferenczi apuntala que la esta teoría de la genitalidad basada en la biología es válida para los hombres, visualizando hacer la contraparte de la teoría femenina en otro momento; lo que por desgracia no se llevo a cabo. Esbozando dicha teoría, avanza, y menciona que el clítoris es un pene femenino; que durante el desarrollo de la mujer su cathexis libidinosa es delegada hacia la cavidad de la vagina. Sobre las ideas de uretralidad y analidad en esa regresión femenina significan la explicación del placer sentido por la mujer, al “alojar el pene y sus secreciones y a su vez el fruto posterior: el hijo”. En un aspecto erótico la mujer se convierte en un niño que quiere ser amado… así ella se identifica con el niño en su cuerpo. Mi particular opinión es que el hombre está en igualdad de posibilidades de identificarse con ese niño que regresa al cuerpo materno.

La feminidad para Ferenczi se convierte en un sinónimo de capacidad de sufrimiento; a lo cual fijo mi postura de desacuerdo, ni desde el aspecto psíquico ni del biológico; considero que la capacidad de sufrimiento podría ser reemplazada por la capacidad del placer de originar y dar vida, de desear y contener al falo, y de enfrentar y readaptarse a esas “catástrofes” que se presentan.

Aunque enmarca a la mujer como el sexo que filogenéticamente está predestinado a sentir dolor, deberes de maternidad, resistencia de la genitalidad, lo intenta adornar (de manera muy fallida para mi gusto) como con la capacidad de exteriorizar el sufrimiento, la aflicción y la felicidad, dotada de un “sentido común”, sabiduría innata y demás adjetivos que lejos de ser un acercamiento a la ciencia, parecieran sacados de una libreta de la época victoriana, remata diciendo que generalmente el hombre es intelectualmente superior a la mujer; un comentario extraño en alguien con tanta visión y sensibilidad. En mi intento de reparar la grandiosidad de ideal teórico me atrevo a decir que probablemente en tal época, incluso para la comunidad judía ortodoxa el concepto de feminidad sí congenia con el de maternal; lo que ahora a simple vista no es apareable, ya que el rasgo maternal no es innato, no es exclusivo de las mujeres, y no es un detonador de la constitución de ser o no; mujer.

Por último falta destacar aportaciones innovadoras en la técnica psicoanalítica, sobre la terapia activa, a la cual Fenichel (en 1941) señaló que era necesario evitar las prohibiciones en la medida de lo posible o bien presentarlas de tal manera que no parecieran castradoras; así parecería un consejo, o una sugerencia.

Quedando claro que para Ferenczi la asociación libre era una medida activa, agregando Tarachow (1962) que la exigencia del analista para que el paciente asocie libremente es exigirle que renuncie a sus defensas establecidas. Esta técnica ha sido afilada, pero los cimientos aunque ya pocos lo recuerden fueron de Ferenczi, el mismo que sostenía que el analista debía de dar amor a los pacientes, creando una atmósfera de facilitadora en la situación analítica. Algo que quizás ahora nos parecería algo obvio, y necesario para fortalecer la alianza terapéutica.

También fue el primero en señalar que para un desarrollo infantil sano es debe de tener un contacto corporal cercano suficiente con la madre y advertía de la existencia de peligros causada por un exceso de estimulación hacia el bebé por parte de los adultos. En la observación de bebés, quedo absolutamente claro que el acercamiento con la madre es determinante para la formación de la estructura de la personalidad; y aún en nuestra época se le da poco valor a tan concreta y extensa vocación.

Al ir acercándose el final de la vida de Ferenczi, se declaraban algunos síntomas aparentemente de etiología neurológica, trabajó con sus pacientes hasta diciembre de 1932, tras meses de reposo, los síntomas se iban a gravando, como los movimientos paréticos, al comienzo con los miembros inferiores, luego también las manos, el domingo anterior a su muerte las tenía tan afectadas que apenas podía sostener un vaso, dando paso a la causa de su muerte, una parálisis del centro respiratorio.

Lorand apuesta que después de Freud, Ferenczi es el teórico que más aportaciones ha hecho a la teoría psicoanalítica; quizás así sea, de cualquier modo, el aporte de la múltiples obras que arrojo al mundo, son un exquisito buffette en donde podemos encontrar muchas respuestas, explicaciones de la conducta y maneras de construir un abstracto del cómo se mueve la psique. A mí me deja con un referente socio-histórico de que hay que atreverse a investigar aquellos temas que quizás a los otros les de tos, les provoque bochorno, y enfrentar cualquier clase de dificultades profesionales; también me quedo con un sentimiento de que el psicoanálisis puede complementarse con otras ciencias, él la congenió con la biología, medicina, psiquiatría, la educación… ahora sería un reto el hacerlo con otras y entrelazar conocimientos para fundamentar teorías que como Ferenczi, que trasciendan a través del tiempo.

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